Matrera sucumbe al abandono y al olvido

Ruinas del Castillo de Matrera
Ruinas del Castillo de Matrera, por la cara norte

Texto de Fernando Sígler Silvera
«Esto es indignante. Me siento desolado e impotente». El investigador Ernesto Pangusión, que ha dedicado media vida al estudio del castillo de Matrera, observa con dolor esta derruida fortaleza de la frontera medieval, situada en la sierra de Pajarete de Villamartín y desde la que se domina todo el límite de la comarca con la campiña desde sus 523 metros de altura sobre el nivel del mar. «Se han venido abajo ocho siglos de nuestra historia», se lamenta. Durante los últimos años había augurado lo que el pasado sábado se cumplió: el derrumbe de las tres plantas y las bóvedas de la torre del homenaje, la totalidad del muro norte y una parte del muro occidental. La base de la edificación cedió y sus bloques de piedra irregular y ladrillo rodaron por la pendiente, convertidos en escombros.
La torre del homenaje se levanta en el punto más infranqueable del recinto. De su planta rectangular de 15 metros de largo por 10 de ancho se alzaban los muros ahora derribados de casi tres metros de grosor. Hacía tiempo que se había caído el muro oriental, y eso permitía visualizar sus dos bóvedad de cañón, la de la planta baja a base de lajas de piedra irregulares y la de la alta con ladrillo. Ambas bóvedas son ahora escombros. Además, el muro septentrional que queda en pie aparece con una grieta que la recorre en vertical por uno de sus lados, y corre peligro de inminente desprendimiento.
«Los muros están chorreando agua» en su interior, dice un poblador también escandalizado por la derribo. Las fuertes lluvias de los últimos meses han podido contribuir a que se precipitaran estos enormes bloques al vacío. Un acebuche que había crecido en la parte superior de la torre es ahora un testigo de esta drecrepitud entre los escombros. Sin embargo, desde hacía años se habían cursado denuncias sobre el abandono del castillo, declarado bien de interés cultural pero cuya protección efectiva no ha existido.
Fueron unos excursionistas quien avisaron el domingo de este desprendimiento, y el Ayuntamiento explicó ayer que desde los años noventa se han venido elaborando informes que denunciaban los «peligros estructurales» que presentaba el recinto. Según las fuentes municipales, desde 2005 se dirigieron sucesivos escritos a la delegación provincial de Cultura para solicitar que el recinto fuera incluido en los planes de arquitectura defensiva de Andalucía. Ese mismo año, el historiador del arte Alejandro Pérez Ordóñez, experto en arquitectura andalusí, publicó en la revista Almajar un estudio en el que ya se decía que «el estado en que se encuentra la fortaleza es ruinoso, con la torre medio derruida, los muros que la rodeaban fragmentados y sin continuidad y la muralla del albacar con bordes irregulares y algunas brechas, amén de las puertas, que han perdido por completo sus arcos por debajo de las impostas». Las peticiones de protección las reiteró el municipio en 2010 con motivo de un derrumbe parcial por las lluvias de entonces. Pero desde entonces no se ha hecho nada para evitar lo que se consumó este fin de semana.

Ruinas del Castillo de Matrera
La derruida fortaleza de la frontera medieval

Un lugareño apunta una nueva hipótesis sobre las causas de este desprendimiento. Según dijo, durante los últimos meses aterrizan en pleno patio de armas unos helicópteros del ejército al parecer como escala de viajes de prácticas. Este patio tiene un perímetro de más de 500 metros y una longitud de 185 en su eje mayor. «Las vibraciones de las hélices pueden afectar a los muros», conjetura, y por eso cree que es uno de los factores que, junto con los meteorológicos y el secular abandono, pueden explicar el hecho de que una edificación medieval haya sucumbido ahora.
Hoy parece que no tiene valor, pero en la Edad Media servía para conectar a quienes habitaban esta sierra que servía de línea de frontera. Desde Matrera se producía el contacto visual con el castillo de Zahara y con un punto de vigilancia en Iptuci, en el término contiguo de Prado del Rey, y desde este último punto se establecía la comunicación con las fortalezas de Aznalmara, en el término de Benaocaz, y Cardela, en el de Ubrique. Era, pues, una construcción estratégica, levantada en una explanada donde se han localizado restos tartésicos e ibéricos.
La disputa sobre la titularidad del castillo no es excusa, para el investigador, sobre la necesidad de haber acometido trabajos de protección y restauración. Según el municipio, al estar el recinto en manos privadas, la Junta de Andalucía era la única entidad competente con relación al estado de la torre. En cualquier caso, la historia de esta fortaleza merecía su protección. Matrera era propiedad de Sevilla desde 1342, año en que el rey Alfonso XI la donó a la ciudad tras haberla conquistado personalmente el año anterior. Ya en el siglo XVII, un gentilhombre de cámara del rey, el Marqués de los Álamos de Guadalete, compró la jurisdicción de Villamartín, constituyendo de este modo un señorío jurisdiccional. Con las Cortes de Cádiz, al abolirse el señorío jurisdiccional, el castillo pasó a dominio público, y en marzo de 1815 una Real Provisión de la Audiencia de Sevilla declaró Villamartín pueblo de libre y absoluta nominación. Según explicó Pangusión, «con esta histórica decisión, se abolía definitivamente el señorío jurisdiccional de Villamartín, detentado durante 121 años por el marqués de los Álamos de Guadalete. Dicho señorío, con sus prerrogativas jurisdiccionales y simbólicas, quedaba incorporado a la nación y, con él, la fortaleza de Matrera, que volvía al dominio público».

Ruinas del Castillo de Matrera
Ruinas del Castillo de Matrera

Por todos estos avatares y por su valor arquitectónico, «es un ejemplo de nuestro patrimonio histórico» -expresa Pangusión-, pero, pese a ello, ha estado en constante abandono. Este investigador elaboró en 2008 un informe de carácter histórico en el que, a su juicio, se demuestra que toda la construcción, compuesta por la torre del homenaje, ahora semiderruida, rodeada de un primer recinto amurallado, y un patio de armas ceñido por una muralla, con dos puertas de acceso, llamadas de los Carros -la occidental- y del Sol- la oriental-, es de titularidad pública, aunque hoy figure en el registro de la propiedad como privada, a nombre de los dueños de la finca en la que se ubica. Según explicó, tras darse a conocer su estudio, se está en conversaciones para llegar a un acuerdo amistoso que culmine con la definitiva incorporación de todo el recinto a nombre del Ayuntamiento.
Al conocerse el desprendimiento, el Ayuntamiento anunció que volverá a informar a la Junta de Andalucía de las últimas circunstancias, y que solicitará la realización de tareas de consolidación y restauración por la vía urgente del bien de interés cultural, «ante el peligro de su pérdida definitiva». El Ayuntamiento de Villamartín lamentó que, «a pesar del esfuerzo de las tres últimas corporaciones por luchar por la defensa del monumento, no se haya podido llegar a tiempo de impedir el deterioro».

Publicado en El Independiente de Cádiz
17 de abril de 2013

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